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"La deriva unitaria de Alberto Fernández"

  • Foto del escritor: lucianaflorescba
    lucianaflorescba
  • 8 nov 2021
  • 2 Min. de lectura

Por: Luciana Flores


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El Presidente de la Nación Alberto Fernández se reunió con intendentes y dirigentes cordobeses del Frente de Todos en el Centro Cultural Kirchner el pasado 3 de noviembre en el marco de la última etapa de campaña.


Con polémicas declaraciones expresó: “Sé que hacen falta muchos cordobeses y muchas cordobesas como ustedes para que Córdoba de una vez por todas se integre al país; para que Córdoba de una vez y para siempre sea parte de la Argentina y no esta necesidad de siempre parecer algo distinto”.


El interrogante que surge inmediatamente es a qué se refiere el presidente cuando dice que Córdoba debe volver a ser parte de Argentina. ¿En qué momento se fue?


Parece que para Alberto Fernández ser parte de Argentina significa ser parte del Frente de Todos o de Juntos por el Cambio.


Asociar un país a dos partidos políticos, unidos más por el espanto que por un programa común, es una aberración institucional que muestra la irracionalidad del presidente y el concepto totalitario con el que gobierna.


No se explican sus palabras. O quizás sí. Posiblemente fueron las críticas del gobernador Schiaretti a su gestión y a la anterior gestión de Cambiemos lo que desató su lamentable respuesta.


Aparentemente, para el presidente, sólo formando parte de la grieta se es parte de Argentina.


Y como si todo esto fuera poco, continuó diciendo: “yo prometí en la campaña que no íbamos a hacer ninguna discriminación con Córdoba, y tengo la íntima tranquilidad de haberlo cumplido”.


¿Y porque habría de aclarar el presidente de todos los argentinos que “prometió no discriminar a Córdoba”? ¿Acaso considera que tiene la potestad de hacerlo? ¿O hay algún motivo que justifique la discriminación?


El furcio de Alberto manifiesta lo que en realidad está en lo más profundo del pensamiento Kirchnerista. La creencia de que ellos son el país y que el federalismo del que tanto hablan es sólo una parte más de un relato que se esfuma con sus palabras.


Daria la impresión que Córdoba es parte de la Argentina sólo para pagar impuestos que van a financiar subsidios del AMBA y no lo es cuando ejerce su legítimo y federal derecho a tener una opinión de peso en el diseño de la Argentina que queremos.


Por otro lado, cabría preguntarse: ¿en qué idioma habla el presidente que necesita ser traducido por su vocera Gabriela Cerruti?


La Constitución Nacional, establece que “la Nación Argentina adopta para su gobierno la forma representativa, republicana y federal”.


Pareciera que el presidente discrepa con la constitución nacional, o, al menos, encuentra serias dificultades para aceptar una línea opuesta a su pensamiento, asociando la integración nacional de una provincia a sus preferencias partidarias.


Confundir un partido político con la Nación es un atentado a las instituciones al tiempo que una deriva peligrosa hacia un pensamiento totalitario.


Como si la Nación no fuera una expresión plural de realidades, culturas, ideas e intereses también plurales.


Y como si la política misma no fuera la expresión de esa pluralidad y diversidad en el marco de la unidad que brinda el sentimiento de argentinidad.




 
 
 

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