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FMI: INTERESES Y RELATOS

Actualizado: 17 mar 2022

Por: Luciana Flores



El debate en el congreso por la aprobación del acuerdo para la refinanciación del préstamo otorgado por el FMI a la Argentina en el 2018, generó múltiples discusiones y enfrentamientos entre los representantes de las distintas fuerzas políticas.


Los discursos, cargados de hipocresía por parte de una dirigencia sin ideas, tienen algo en común: los dos planteos son falsos.


Ni el gobierno de Macri tomó el crédito con el fondo para hacer frente a los problemas heredados, ni la demora de dos años de este gobierno para lograr un acuerdo de reestructuración de la deuda tiene que ver con las consignas ideológicas que nos cuentan.


Los intereses que se defendieron, no son los que se dicen. Y las historias que se cuentan son relatos.


No es cierto que en el 2018 el crédito con el FMI fue tomado para hacer frente a los desequilibrios de la gestión anterior. Si esto fuera así, ¿Por qué no se acudió al fondo desde el inicio? ¿Por qué esperar más de dos años mientras se contraía una deuda monumental con acreedores privados de fondos de inversión de escasa institucionalidad a los que se les pagaba tasas más altas de interés en dólares sumados a los intereses en pesos que consolidaban el círculo de la bicicleta financiera?


¿Por qué solicitar créditos más caros y de corto plazo habiendo otros de acreedores institucionales más baratos y que no se van al menor atisbo de crisis?


No se puede negar que el mayor proceso de ciclismo financiero internacional precedió al mayor rescate financiero de la historia.


Por otro lado, el acuerdo para la reestructuración de la deuda se demoró por las discrepancias internas del Frente de Todos y porque Alberto no es capaz de ejercer el poder para el que fue elegido. Sólo cuando el agua le llegó al cuello, se logra alcanzar el primer entendimiento.


Cualquier libro de administración básica exige que el poder formal coincida con el poder real. Algo que tenía claro Néstor Kirchner. Una vez que el poder formal le fuera otorgado por Duhalde, no dudó un segundo en adueñarse del poder real.


Alberto Fernández, en cambio, no se animó a concretar un programa económico que pusiera en riesgo el apoyo del Cristinismo. Porque su proyecto político era distinto al proyecto político de Cristina. Porque los intereses que representaba eran también distintos a los intereses que representaba Cristina.


Además, es evidente que las actitudes del presidente en relación a los vínculos con los regímenes de Nicaragua, Cuba, Venezuela, Rusia y China, fueron una clara sobreactuación para no ser corrido por izquierda por el núcleo duro de su propio partido, que pedía denunciar al fondo monetario internacional y presionaba con condicionamientos imposibles para hacer fracasar el acuerdo.


Perón, fundador del partido político que el Kirchnerismo dice representar, decía que para resolver un problema social, hay que resolver primero un problema económico. Y para resolver un problema económico, hay que resolver primero un problema político. Los problemas de Alberto Fernández para resolver el acuerdo con el fondo, fueron en realidad un problema de gobernabilidad ocasionado por no animarse a ejercer el poder.


Las decisiones económicas, que son primero decisiones políticas, están vinculadas a los intereses que cada sector representa. Luego, vienen los argumentos ideológicos para dotar de objetivos altruistas decisiones que en realidad sólo tienen que ver con intereses sectoriales o personales.


El problema surge cuando los intereses que se representan no son los intereses de la nación o de las mayorías, sino los intereses de sectores minoritarios de la sociedad Argentina.


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