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Esquema laboral argentino: avance del empleo público y del informal.

Por: Luciana Flores




En el devenir de los tiempos, la evolución natural de los seres humanos ha ido modificando la composición del trabajo. De una etapa en la que la mayor parte de este era de naturaleza rural, se fue pasando a otra en la cual el trabajo era mayoritariamente industrial, y en los últimos tiempos se verifica un avance del sector servicios.


Esto mismo fue ocurriendo en la Argentina. Y lo que hoy debiéramos discutir y planificar es cuál será la composición de nuestro esquema laboral, dado que este proceso evolutivo tiene una influencia decisiva en todos los aspectos de la vida social, tanto en el mundo como en nuestro país.


A partir de estos desafíos, debiera debatirse también la cuestión del empleo público y su evolución en relación con el empleo privado y el cuentapropismo, que está modificando la matriz social de nuestro país con consecuencias sociales, políticas y económicas imposibles de predecir.


Veamos cómo esta relación se fue modificando y analicemos si la situación actual es sostenible en el tiempo a partir de la capacidad económica del Estado y de la sociedad argentina.


En la última década, el mayor incremento del empleo formal se efectivizó a través de un crecimiento del 34% del empleo público (nacional, provincial y municipal) frente a una suba del 3% del empleo privado registrado, según datos difundidos por la Fundación Mediterránea.


Si se analizan estas variaciones en términos per cápita, dado que se trata de un período en el que la población creció un 12%, el empleo privado formal tuvo una caída real del 8% en la última década y el empleo público aumentó un 19%.


A este escenario se suma el hecho de que en Argentina se estima que hay un 45% de personas que trabajan en condiciones de informalidad y en situación de vulnerabilidad.


El estancamiento económico de la última década, consecuencia de políticas que no planificaron ni priorizaron un proceso de desarrollo virtuoso a través del circuito ahorro-inversión-producción-trabajo, ha imposibilitado la construcción de un esquema laboral que permita hacer frente a las necesidades del presente y a los desafíos del futuro.


Si el empleo público crece de manera desmesurada respecto de las otras formas laborales, representando una proporción cada vez más grande de la fuerza laboral estable del país, es probable que esto ocasione desequilibrios negativos para la economía y comprometa el destino del país y de las próximas generaciones.


El empleo público no puede ser ni un subsidio al desempleo ni una acción clientelar, porque, si es así, se terminan creando estados elefantiásicos y, al mismo tiempo, incapaces de alcanzar los objetivos para los cuales fueron creados.


El empleo público debe ser el necesario para llevar adelante una eficaz y eficiente administración del Estado. Ni más ni menos. Debe ser ejecutado por las personas más idóneas para cada cargo y debe ser remunerado en una escala conforme al nivel de responsabilidad que implique la tarea.


Sin embargo, si no somos capaces de acordar lineamientos básicos en pos de un proyecto común de Nación, probablemente resulte imposible definir las necesidades, los estándares y las políticas que se requieren para el desarrollo de un esquema laboral capaz de responder a los desafíos de cada tiempo.


Lic. Mgter. Luciana Flores.


Redes:


Twitter @luflorescba




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