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El ingreso de Argentina al BRICS y un debate hipócrita.

Por: Luciana Flores.

Para: La Voz del Interior.



Es un valor entendido que la política exterior de un Estado no debe ser un instrumento de política interna. En ese sentido, la frase de lord Palmerston de que “los pueblos no tienen amigos permanentes ni enemigos permanentes, tienen intereses permanentes” adquiere una importancia central en este debate que se ha suscitado en Argentina sobre el ingreso al Brics. Frase que signó durante siglos, y aún hoy, la política exterior de Gran Bretaña.

Hace unos días, el presidente Alberto Fernández anunció que desde el 1 enero de 2024 Argentina se incorporará al grupo de economías emergentes Brics, que integran Brasil, Rusia, la India, China y Sudáfrica. La incorporación será –dijo– junto al ingreso de Arabia Saudita, Egipto, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos e Irán.

De inmediato, la oposición salió al cruce expresando que en el caso de ser gobierno, Argentina no será parte de los Brics. Se instaló así un fuerte debate político de dudosa honestidad.

Es lamentable la pobreza de las intenciones y los argumentos con los cuales se produjo el anuncio y la posterior oposición. Parece que la discusión tiene más que ver con el proceso electoral que se está desarrollando y con el alineamiento ideológico de cada partido que con una acción tendiente a favorecer los intereses de nuestra patria.

Son estos últimos intereses los únicos que debieran guiar el debate político y el accionar de los gobiernos. Lo que no se puede hacer es transformar la política internacional en una disputa interna y mezquina de posiciones geopolíticas, ideológicas, electorales, sectoriales o de cualquier otra naturaleza.

La política exterior de un país no puede ser rehén de las ideologías políticas de turno ni de contiendas electorales. Ni los intereses de una Nación ni el comercio tienen ideología. Cuando se discute de intereses comerciales o financieros, la discusión es por plata y no debe incluir ningún otro alineamiento ni compromiso.

Por lo tanto, resulta menester que el debate político acerca del ingreso de Argentina a los Brics –o a cualquier otra agrupación internacional– gire en torno a definir cuáles son las ventajas concretas para Argentina, y a partir de ese marco de análisis definir posiciones. Si existe la garantía de que el país tiene una defensa cerrada de sus intereses económicos y saca ventajas de esas participaciones, entonces se debe estar a favor.

Cuando las distintas fuerzas políticas de un país acuerdan una estrategia común y transversal a los gobiernos de turno, unificando representación del conjunto de la Nación, se puede negociar de forma mucho más favorable con el mundo, como de hecho sucede en gran parte de nuestros países vecinos.

En Argentina, en cambio, el ingreso a los Brics se produce de manera débil porque el resto de las fuerzas políticas del país que son hoy mayoritarias se oponen. Este hecho debiera enmarcarse en una política de Estado y tendría que haber sido hecha de común acuerdo con todos los sectores políticos del país. En una discusión franca, donde se hable de intereses económicos y de cómo defenderlos y no de alineamientos ideológicos o tratando de sacar alguna ventaja electoral.

Las políticas de Estado no deben significar ventajas electorales para un partido político, sino que deben significar una ventaja para la Nación en su conjunto. Por eso, cuando uno ingresa debe hacerlo con la mayor fuerza política posible para discutir beneficios a favor del país. Si uno entra debilitado políticamente, lo más probable es que las ventajas las saquen otros. Porque, parafraseando al Martín Fierro, cuando los hermanos se pelean, los devoran los de afuera.

Lic. Mgter. Luciana Flores.


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