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¿A dónde se fue la prudencia?

  • Foto del escritor: lucianaflorescba
    lucianaflorescba
  • 5 ago 2021
  • 2 Min. de lectura

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El periodista y jefe de investigación de Radio Nacional Juan Alonso, consideró apropiado expresarse en contra de la provincia de Córdoba, a través de la red social Twitter, con frases tales como: “Córdoba, ese país aparte. Tuvo a Juan Filloy y a estos mamertos de quinta napa fascistas natos”… “Córdoba: los asesinos de Facundo ahora asesinan al país”… “Provincia de mierda con gente de mierda”…


En otro de los acontecimientos públicos de esta semana, el diputado nacional Fernando Iglesias, hizo referencias a la visita de Florencia Peña a olivos, con frases que imagino, no hace falta reproducir.


Los exabruptos de Alonso e Iglesias me generan la necesidad de traer al debate consideraciones que parecen justas.


¿A dónde se fue la prudencia?


Basta leer los titulares de los diarios y las expresiones de algunos representantes o líderes de la sociedad a través de las redes sociales, para ver reflejado el hecho de que pareciera que se está perdiendo la capacidad de expresarnos sin violencia.


Si bien lo que alguien dice habla más de quien lo dice, no podemos naturalizar esta forma de comunicar.


La revolución digital, la velocidad y el alcance de las nuevas vías de comunicación como las redes sociales, que tantos beneficios nos aportan en tantos sentidos, han venido de la mano también de la pérdida de una de las principales virtudes de la humanidad como lo es la prudencia. Pareciera que vale todo. Puede decirse lo que sea, sin importar las consecuencias de lo que se dice, sin responsabilidad social y sin ninguna apelación a los límites de la ofensa y la descalificación.


El término prudencia proviene del latín prudentia, que es “una cualidad que consiste en actuar o hablar con cuidado, de forma justa y adecuada, con cautela, con moderación, con previsión y reflexión, con sensatez y con precaución para evitar posibles daños, dificultades, males e inconvenientes, y respetar la vida, los sentimientos y las libertades de los demás”.


Pareciera que cada vez cuesta más expresar los pensamientos con moderación y responsabilidad. Se va perdiendo la virtud de la prudencia.


Del mismo modo, parece que es más fácil hablar de los demás, que hablar de las cosas y de los hechos.


La falta de prudencia, genera violencia, y la violencia es la expresión de la falta de ideas. Porque, en definitiva, la violencia genera impacto. Y así, se encuentra la atención que no se supo conseguir desde la virtud.


Pareciera, que en estos tiempos, la agresión le está ganando la batalla a las ideas.



 
 
 

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